20/2/13

Crescendo con Nicolás 1: Conociendo a Nicolás





Comienzo unas nuevas clases de música a domicilio. Esta vez serán Nicolás, un niño con Trastorno de Espectro Autista. Me hace mucha ilusión, pues estaba buscando como loca encontrar tener una experiencia así que me permitiera explorar cómo la música ayuda desarrollar capacidades y habilidades que otras disciplinas o lenguajes no pueden.

Yo no sabía mucho de autismo, pero lo suficiente como para entender que el autismo, en un principio, no tiene nada que ver con discapacidades mentales, sino con una disfunción de la comunicación. Así que me pareció que la música podría ser un lenguaje alternativo para que Nicolás se comunicara.
Aclaré que yo era profesora de primaria y no terapeuta, y así me planteé las clases, poniendo por delante al niño que  a su problema. Quería conocer a la persona más que un cuadro de posibles patologías ante las que actuar.


Así que me planteo una serie de actividades que tocan varias capacidades y con amplitud de materiales para poder saber qué le gusta y se le da bien. Por ejemplo bailar con globos, acompañar música con varios instrumentos de percusión, dibujar la música con plastilina, seguir una canción con una secuencia de dibujos, cantar una canción con gestos y percusión corporal.

El resultado: bastante catastrófico. ¿Por qué? Por ser la primera clase con todo el nerviosismo y ansiedad que eso conlleva; porque no había una continuidad  ni relación entre actividades ni había preparado manera de preverlas; y porque llevamos a cabo la sesión en su territorio, su habitación, y no creo que le hiciera gracia aquel caótico despliegue de objetos extraños por parte de una persona extraña. Además creo que tenía más en mente una persona muda que no se puede comunicar por motivos físicos, no porque vea el mundo de una manera diferente

Sin embargo, sacamos algo positivo: Nicolás aceptó el hecho de tener la clase de música, aunque le fue muy difícil seguir cada actividad, y quería todo el rato encender su ordenador. Y sobre todo le conocí y conocí a su familia y empecé mi relación con él.

Si conocer a cualquier persona supone “descalzarse ante tierra sagrada” en este caso el tacto tenía que ser muy especial. Pero por otra parte, también me dice su familia que le hace falta exigencia, porque ha tenido demasiados cuidados especiales y ahora es consciente y se aprovecha.

Vuelvo a casa agotada y desconcertada. Pero contenta de tener este reto y esta posibilidad ante mí. Con ganas de establecer esta nueva relación, con una persona diferente a las demás y con ganas de saber cómo puede ayudar la música a su desarrollo. Convencida de que va a ser una gran experiencia para mí como profe y como persona.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto es lo quise escribir cuando lo leí por primera vez y lo hoy ha vuelto a sugerirme.
ENVIDIA. Envidia sana, si es que eso existe .... Me parece un gran efoque profesional y personal. Creo que es una opción que puede dar mucho de si; ahora, como casi todo, nadie dice que fuera a ser facil. Pq ademas sera una actividad que te va a exigir mucha dedicación y mucho tiempo si la quieres hacer bien pq tendras que preparar cada clse con mucha intensidad. Aqui parece que no vale llegar, soltar la perorata, jugar con el xilofono de colorines y poner el cazo ... Ahora, si funciona ...